Llegue en mi carroza a la Iglesia, mi institutriz y mi nana me acompañaban. Durante el trayecto, habia estado mirando por la pequeña ventana con cortina del carruaje, con curiosidad y entusiasmo la vida de las gentes normales...me encantaba la vida diaria y deseaba conocerla, pero debia cumplir con mis obligaciones de noble y como buena damisela casadera debia ir a rezar y confesarme en la Iglesia, bajo la atenta custodia de mi estricta y severa institutriz. Baje del carruaje ayudada por el cochero y camine con pasos lentos y elegantes, subiendo la pequeña escalera de marmol de la iglesia. Durante aquel pequeño tramo intente con curiosidad porder ver mas del mundo pueblerino, pero apenas fue suficiente. Entre en el templo catolico caminando hacia el altar, donde me arrodille para poder rezar como las damas de la nobleza cristiana.